jueves, 16 de agosto de 2012

Un año, una vida, un para siempre






Hoy hace un año que se fue Edu. 

Siempre que pienso en él, que veo su foto, que recuerdo los buenos ratos que pasamos juntos, que estoy con su hermano o veo a su madre es duro, muy duro. Pero hoy, si cabe, aún más.

El 16 de agosto, estoy seguro, que en lo que me resta de vida será una de las fechas más significantes que nunca podrá haber.

Edu ha sido y será una persona extraordinaria, dónde el "extra" cobra su máximo sentido. Desde el primer momento que lo conocí me cautivó su peculiar visión del mundo, su forma de hacer, su filosofía. Creo que intenté aprender de él todo lo posible mientras pude, creo que aún podría haberme enseñado millones de cosas más, pero no hubo ocasión.
Sin embargo, me siento gigante por haber conocido a alguien tan especial.

Edu era la atípica persona que pasó de ocho años de carrera de química por la agricultura. Lo convencional no estaba hecho para él. Prefería la vida en su pueblo, Tortonda, a vivir en Alcalá. Su casa la iba haciendo él, poco a poco. No consiguió acabar la chimenea.
Edu eligió una furgoneta en la que metió un colchón y así conoció Europa. En verano era monitor de campamentos, dónde le conocían como Cuco. Cuco venía de cucogorcitos. El chiste de los cucogorcitos. Le dije que me lo contase y no quiso, me dijo que algún día. Tenía que ser malo malísimo, pero se reía sólo de pensarlo.
Edu se había leído dos veces El Quijote, y en el hospital hizo el amago de ir a por la tercera. Sí, resulta que hay personas extraordinarias que se leen El Quijote, y no una vez sólo. ¿Cómo no iba a alucinar con alguien así al lado?
Edu se llevó cine checo para pasar el trasplante en el hospital. ¡Cine checo! ¿Pero cómo alguien puede ver cine checo en esas circunstancias? Yo me partía, porque lo mejor es que no tenía subtítulos en castellano.

Edu, una persona excepcional, que al menos a mí me hizo grande.
Y como el día en que nos despedimos de él, estoy seguro de que hoy también los girasoles que inundan los alrededores de su pueblo están agachados, dando la espalda a la luz, de tristeza. O quizás haciendo una reverencia a quien se fue.



Siempre conmigo, siempre con nosotros.